André Luis Acosta Samia

Colombia, Región de los Montes de María – Sucre, Municipio de Los Palmitos.
Cambio clave: Transformación en la percepción del liderazgo de las mujeres y compromiso activo con la igualdad de género.
En el corregimiento de Jesús María de Palmito, Sucre, el nombre de André Luis Acosta Samia se asocia con liderazgo y transformación. Firmante del Acuerdo de Paz entre el Gobierno de Colombia y las extintas FARC-EP, hoy es gerente de la Cooperativa Multiactiva Agropecuaria Palmito (Coomuagropal), una organización integrada por firmantes de paz y personas de la comunidad. Desde ese lugar ha sido testigo del impacto que puede generar abrir espacios reales a la participación de las mujeres.
“Antes pensaba que si una mujer se casaba, ya no tenía oportunidad de estudiar. Que su tiempo se había acabado”, recuerda. Esta idea cambió profundamente cuando, a través del proyecto #ArraigoCaribe, comenzó a participar en encuentros de formación sobre género, liderazgo y transformación comunitaria. El proyecto, implementado por We Effect y financiado por la Embajada de Suecia en Colombia, lo llevó a espacios de diálogo en los que escuchó a mujeres hablar con propiedad sobre tierra, comunidad, familia y derechos.
“A veces uno ve las cosas, pero no las quiere reconocer. Hasta que las escucha con propiedad”, dice. Y lo que escuchó lo hizo actuar. Lo primero fue en su casa: animó a su esposa a formarse, a participar en la acción comunal, a alzar la voz. “Ella tiene que ir. Si hay que quedarse con los niños, yo me quedo. Lo importante es que se prepare, que crezca, que tenga su espacio”.
Esa transformación personal se ha convertido en una herramienta de cambio dentro y fuera de la cooperativa. Desde su rol como presidente de Junta de Acción Comunal, André también conversa con otros hombres de su comunidad sobre el valor de la participación de las mujeres. “Muchos sienten miedo de que sus esposas salgan o hablen en público. Yo les digo que eso no les quita nada: al contrario, ganan una compañera, una aliada”.
Uno de los momentos más significativos de su proceso ocurrió en Montería, durante un espacio psicosocial organizado por el proyecto. Allí, junto a decenas de personas, compartió emociones profundas. “Ahí entendí que no escuchar también puede ser una forma de hacer daño”. Para él, ese tipo de espacios han sido claves para reflexionar sobre lo que significa acompañar sin controlar, apoyar sin condicionar.
A lo largo del proceso, André ha encontrado inspiración en muchas mujeres, tanto en su entorno cercano como en los escenarios de formación. Nombra con orgullo a su esposa, a compañeras como Sira Mercado de Coomaria, y valora el acompañamiento de mujeres profesionales quien ha facilitado procesos formativos del proyecto desde el enfoque de género con claridad y respeto.
Aprendí que el respeto es el principio de todo. Escuchar cambia más que hablar.”
No fue solo un cambio de ideas, fue un cambio de conciencia. En los espacios del proyecto, André descubrió que negar la palabra a una mujer también es una forma de herir. Que el silencio, cuando es impuesto, puede doler tanto como la ofensa. Hoy entiende que dar la palabra no es un favor ni una concesión, es un acto de justicia, de reconocimiento, de paz.
“Eso era lo que faltaba, respetarlas, escucharlas. Y cuando uno aprende eso… ya no quiere volver atrás.”
Texto de la serie #StoriesOfChange.
Desarrollado por Juan David Betancourt para el proyecto #ArraigoCaribe de We Effect Colombia.
Basado en la entrevista a André Luis Acosta Samia